Valdemoro no ha sido protagonista de grandes acontecimientos en la historia de España, la historia de Valdemoro la han escrito sus propios habitantes, las gentes de Valdemoro. Existen algunos restos del Paleolítico Superior en el municipio, pero en el siglo XI se comienzan a tener datos sobre Valdemoro. |
No se ha encontrado documentación alguna acerca de su fundación, aunque todos los indicios apuntan a la conquista de Toledo por el rey Alfonso VI en el año 1085. Ante ésto, algunos historiadores mantienen el origen cristiano de nuestro pueblo, sin embargo, parece más evidente su estrato musulmán y, como muestra de ello, podemos ver aún las cuevas que aparecen al realizar las nuevas construcciones: en cualquier caso, al pasar el reino de Toledo a manos cristianas es posible que Valdemoro fuera conquistado a los sarracenos. |
Durante la Edad Media, litigaron sobre su jurisdicción los obispos de Palencia y Segovia hasta que en 1190 Valdemoro fue incorporado al concejo segoviano por mandato de Alfonso VII. Este privilegio sería ratificado en 1208 por Alfonso VIII.
Los destinos de Valdemoro siguieron unidos a los segovianos a lo largo de todo el siglo XIII y en esta época alcanzó un apogeo tan espectacular que fue nombrado cabeza de un territorio administrativo (sexmo) que se extendía en una superficie de 348 kilómetros cuadrados. |
De ser propiedad de un concejo municipal (el segoviano), pasó a manos de un noble (el Adelantado Mayor de Castilla) y ya, a finales del siglo XIV, aparece convertido en señorío eclesiástico, perteneciendo al Arzobispo de Toledo: al mismo tiempo, otro suceso destacado ocurría en la vida política de Valdemoro, la concesión del privilegio de villa por parte de Enrique III, facilitó su paulatino desarrollo económico y social, debido fundamentalmente a su situación estratégica en una de las vías de comunicación más importante de la época, que enlazaba el Norte de la Meseta con Andalucía: a su clima benigno y a la abundancia de sus cosechas, sobre todo de cereal y vid: la calidad de los vinos de Valdemoro sería reconocida más tarde por Carlos I, que en 1552, otorgó un privilegio favoreciendo su expansión y comercio.
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Hasta el siglo XVI siguió formando parte del Arzobispado de Toledo, a mediados de este mismo siglo se fundó el convento del Carmen, de gran peso económico dentro de la comunidad, continuando su importancia hasta la Guerra de la Independencia, en que desapareció por completo. Las posesiones carmelitas se extendieron tanto por el casco urbano como por el término municipal: parte de sus obras de arte aún pueden admirarse en la sacristía de la Iglesia Parroquial.
Valdemoro va a continuar pasando de unos dueños a otros durante la Edad Moderna, así, lo vemos convertido en territorio realengo en 1570 cuando es comprado por el omnipotente monarca Felipe II; esta situación no duró mucho tiempo pues pronto pasaría a ser propiedad de un noble de la Corte, don Melchor de Herrera, marqués de Auñón, que mantuvo en poder de su familia el señorío de Valdemoro hasta que sus herederos decidieron venderlo en 1602 a uno de los personajes más influyentes de la época: el duque de Lerma, valido de Felipe III, que aprovechó nuevamente su lugar privilegiado en el camino de la Corte al Real Sitio de Aranjuez. Esta circunstancia hizo posible que los monarcas se alojaran asiduamente en Valdemoro, ocasión de la que se valía el duque para honrarles con grandes festejos.
Durante el tiempo que Valdemoro estuvo bajo la jurisdicción del duque de Lerma, el núcleo urbano adquirió una considerable importancia, obteniendo varias concesiones reales: una de ellas consistía en la posibilidad de realizar una feria anual, de una duración en principio de ocho días, que más tarde se ampliarían a veinte, debido a la gran afluencia de mercaderes. Esta feria se mantuvo vigente hasta mediados del siglo XIX y hubo cronistas que la compararon con las grandes ferias mercantiles de Medina del Campo o Medina del Ríoseco.
Más adelante, y como consecuencia del fervor religioso de la época, el duque de Lerma inició las obras del convento de franciscanas. Empezando las gestiones para su fundación en el año 1609, los trabajos se prolongaron hasta 1616, en que fue inaugurado, acudiendo a tan magno acontecimiento, el monarca Felipe III y su real familia, así como gran número de noble de la Corte.
Ya en el siglo XVIII, y tras una temporada muy precaria para nuestra población, Valdemoro vuelve a resurgir de la mano de José Aguado Correa, hidalgo valdemoreño que concienciado de la penuria económica por la que atravesaba su pueblo natal, consiguió instalar una Fábrica de Paños Finos, en unas posesiones de su familia. Amparado en las nuevas doctrinas de renovación industrial que promulgaban los Borbones conseguiría grandes privilegios y exenciones tanto para él, como para los obreros de su fábrica.
A finales del mismo siglo, Pedro López de Lerena, importante consejero de Estado, intentaría del mismo modo conseguir todo tipo de beneficios para su pueblo: fundando escuelas públicas, contribuyendo a la restauración de la Iglesia Parroquial y realizando considerables aportaciones económicas a los pobres mediante la institución de capellanías y diferentes obras pías.
Ya en esta época, la situación jurídica de Valdemoro había cambiado sustancialmente, pasando de unas manos a otras en dependencia de que pudiera hacer frente a los embargos de la Deuda Pública.
Así, llegamos al siglo XIX, tras la Guerra de la Independencia, en que la población sufrió grandes pérdidas tanto materiales como humanas. En 1822, después de la nueva ordenación del territorio promovida por Fernando VII, pasó a formar parte de la provincia de Madrid. Más adelante, la instalación del Colegio de Guardias Jóvenes en los antiguos solares de la Fábrica de Paños, en 1865, así como la fundación de un Colegio de Huérfanas de la Guardia Civil (El Juncarejo) en 1880, modificaron las características de la población.
No obstante Valdemoro no alcanzaba el deseado progreso económico. La inauguración del tramo ferroviario Madrid-Aranjuez en el año 1851, no supuso grandes expectativas para nuestro pueblo que había mantenido una forma de vida totalmente rural hasta bien entrado el siglo XX, paralela a la explotación de las abundantes canteras de yeso repartidas por todo el término municipal; aunque la falta de modernización en los sistemas de producción provocara el cierre de todas las fábricas. Sin embargo, la expansión económica del último cuarto de siglo también ha llegado a nosotros y, actualmente, gran número de industrias se reparten por los polígonos que circundan el núcleo urbano, ofreciendo una amplia oferta de puestos de trabajo.
A pesar del declive progresivo de Valdemoro, su clima, la hospitalidad de sus gentes y la tranquilidad que se ha respirado siempre, han hecho posible el que por nuestro pueblo hayan pasado personajes de gran relevancia. No sólo antiguos monarcas: Felipe II, Felipe III, Carlos IV... que preferían descansar en Valdemoro cuando se desplazaban a Aranjuez, sino también escritores famosos, como Pedro Antonio de Alarcón, que encontró este lugar óptimo para la recuperación de su hija enferma; o Canovas del Castillo, destacado político del siglo XIX, al que le gustaba pasar largas temporadas entre nuestros antepasados; también familias anónimas decidieron recluirse en Valdemoro a la hora de descansar; de ellos nos quedó la presencia de bonitos hoteles con magníficos jardines.
Igualmente, Valdemoro ha sido cuna de destacadas personalidades, como lo fue Fray Pedro Aguado, importante cronista de Indias, o Juan de Castro "El Mayor" arquitecto de Felipe II, aunque el más célebre de todos haya sido el mencionado Pedro López de Lerena. En cualquier caso, muchos otros valdemoreños han ido formando la pequeña historia de cada día. |
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ETIMOLOGÍA |
Origen del nombre · VALDEMORO
El nombre de Valdemoro tiene un origen incierto, existiendo tres versiones distintas sobre él:
1 · Unos dicen que a los moros, en su dominación, les costó mucho trabajo doblegar la lealtad y nobleza de sus habitantes, que permanecían fieles a la caída de la dinastía goda, y de aquí que en todos los pueblos de las inmediaciones edificaran castillo, menos en Valdemoro; por lo cual se decía entonces, En valde, moro, te cansas, de lo que tomó el nombre.
2 · Otros aseguran que esta población, por su proverbial honradez y nobleza, era asiento de los reyes de Toledo, como lo eran Illescas y Madrid, defendida por los castillos de los pueblos inmediatos, y que por la abundancia de sus aguas o la amenidad de su valle, que se extendía hasta la ribera del Jarama, se llamó Valle del moro, que después de convirtió en Valdemoro.
3 · Afirman otros que se debió su fundación a un rey moro, o cuando Alfonso VI, sobre el año 1083, ganó todo el territorio comprendido desde Talavera a Madrid, se dio una batalla en este término, donde arrolló al ejercito musulmán con la intervención de los vecinos, a los cuales concedió después el uso de estas armas, teniendo por blasón el rey moro atado con una cadena a un castillo.
De estas tres versiones, la primera está simplemente considerada como una historia típica de pueblo, mientras las dos siguientes tienen sus defensores y detractores, no poniéndose de acuerdo sobre el cual de ellas es la válida.
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